16 noviembre 2023

Historia y decadencia de los órganos en la provincia de Málaga.

 


                                  La siguiente fotografía es la Invitación a la bendición del órgano de la iglesia de Santa María de los Remedios de Estepona, el día 19 de marzo de 1952.



                                 A continuación reproduzco un trabajo muy interesante sobre la historia y decadencia de los órganos de la provincia de Málaga, de Adalberto Martínez Solaesa, donde se cita la intervención del órgano de la iglesia de Estepona en 1713, por el iniciador de una dinastía de maestros organeros de las más importantes de Andalucía: Sebastián Alexo García.

                               Obviamente, ese órgano era el que se encontraba en la antigua iglesia de Santa María de los Remedios, anexa a la Torre del Reloj.

                         Sebastián Alexo García, era natural y vecino de Jaén. Su primera intervención, data de 1701, aderezando el órgano de la catedral de Guadix.  Es a partir de 1713, cuando interviene en la provincia de Málaga en los órganos de las iglesias de Santa María de Vélez y en la parroquial de Estepona. En la ciudad de Málaga, lo hace en las Parroquias de los Mártires y en la de San Juan y Santiago. Tras un recorrido por el arzobispado de Sevilla ofertando las novedades en materia de órganos, fue maestro-organero de la Catedral de Jaén hasta su muerte en 1749. 
                            
                             Reproducción del trabajo de Adalberto Martínez Solaesa: El Patrimonio Organístico de la Provincia de Málaga.

                                                            “INTRODUCCIÓN

Los órganos, sobre todo históricos, constituyen un capítulo importante del legado artístico de una Provincia. Son además indicadores, casi siempre seguros, de procesos históricos del más hondo calado. Condición indispensable para su conservación (y promoción) ha de ser el conocimiento de su existencia, su valoración y estima […] lo primero que llama la atención es, sin duda, el escaso número de instrumentos registrados y el precario estado de conservación de la mayoría de ellos. Efectivamente Málaga es hoy en día una Provincia muy pobre en organería, tanto considerada en números absolutos, como en relación a su población, número de parroquias, conventos, etc. Sin embargo, nos consta la existencia no tan lejana de multitud de estos instrumentos, algunos debido a firmas tan eminentes, como la de D. Julíán de la Orden, por ejemplo. Los sucesos en torno a nuestra Guerra Civil parece que fueron especialmente devastadores de la organería en estas tierras. Es cierto, que por entonces muchos de ellos se encontrarían en un problemático estado de conservación por la larga trayectoria previa de depauperación progresiva de las iglesias, pero ahí estaban. Consta, que muchos de ellos se usaban y el uso es la principal garantía de permanencia de un instrumento.

Si consideramos el período postbélico, sigue llamando la atención el corto número de nuevos instrumentos construídos en la Provincia, todos, además, de la misma mano (Organería Española S.A.) y dentro de un período de tiempo relativamente concentrado, la década de los cincuenta y sesenta. Después, solo el meritorio gran órgano de Marbella, construido por Gabriel Blancafort (y otro pequeño instrumento para uso particular), nos atestigua, que no ha muerto definitivamente la organería en la Provincia de Málaga. Demasiado poco en una zona, que ha movido tantos millones de pesetas y tantos miles de personas a lo largo de todos estos años.

No deja de extrañar también la escasa presencia de un organero frecuente en la Andalucía de la primera mitad de este siglo. Nos referimos al apellido GHYS, habitual en Granada, pero no sólo allí, y cuya vinculación profesional con Málaga, a través de sus trabajos de asistencia a los órganos de la Catedral, se documenta a lo largo del siglo. Un solo instrumento, el de la Iglesia del Sagrado Corazón de Melilla, hemos encontrado con esta firma, aunque tenemos noticia de otros desaparecidos, uno de ellos, hace bien pocos años.

El capítulo más interesante lo constituye, sin duda, el que atiende al legado, desgraciadamente escaso en la actualidad, de los siglos XVIII y XIX. En este apartado cabe destacar ante todo la presencia de los dos ejemplares gemelos de la Catedral de Málaga. Debidos a una firma de primer rango en el panorama nacional, D. Julián de la Orden (y D. José Martín Aldehuela por lo que a las cajas se refiere), pertenecen al grupo de grandes ejemplares que se construyeron en el cénit de la Edad de Oro de la Organería Española. En su tiempo sólo fueron ligeramente superados en dimensiones por el que construyó D. Jorge Bosch para la Catedral de Sevilla, pero éste desgraciadamente desapareció en el derrumbamiento de la nave lateral de la Catedral Hispalense el 1 de Agosto de 1888. También, y al margen de sus dimensiones, habría que hablar de una serie de características, sonoras y mecánicas, bien significativas. Si a esto añadimos las cajas, verdaderamente monumentales, que los contienen, habrá que convenir en que nos encontramos ante dos monumentos de nuestra mejor historia organera.

Órganos gemelos de la Santa Iglesia Catedral de Málaga. Uno está situado al lado del Evangelio y el otro junto a la Epístola. Para darnos idea de la magnificencia de dichos órganos -los más grandes de España-, algunos tubos pesan más de sesenta kilos.
Archivo: Cadena Ser
 


Solamente quedan en la Ciudad restos de otros dos ejemplares del período clásico; uno de ellos, el de la iglesia de la Concepción, seguramente de muy buena traza, a juzgar por los vestigios que permanecen; el otro, el de la iglesia del Sagrario, trasplantado hasta aquí desde otras latitudes en la década de los cuarenta.

La Provincia no es más afortunada. Solamente la Ciudad de Antequera, con sus quince instrumentos (tan sólo uno de ellos en funcionamiento) se nos manifiesta como un oasis en medio de la desolación y como muestra de lo que debió de existir en otros núcleos importantes de población y de historia, como Vélez, Ronda, Coín… y otros muchos no tan importantes. Desgraciadamente la historia del órgano en la Provincia de Málaga habrá que escribirla en gran parte, no ya sobre cadáveres, sino sobre recuerdos y documentación, si es que ésta no desapareció también.

Centrándonos en este núcleo antequerano debemos llamar la atención sobre el número de instrumentos, su vinculación a Conventos que no han sido desmantelados y a Iglesias que mantienen su actividad pastoral, bien en forma de Parroquias, bien al cuidado de las distintas Cofradías. También debemos destacar , limitándonos a lo que se conserva, su cronología, iniciada en el siglo XVIII, como es normal en toda España, pero proseguida a lo largo de todo el siglo XIX, cubriendo un espacio tardío de la organería clásica española, cuando ya la progresiva penuria económica de las iglesias dificultaba la renovación de los instrumentos.
Parece lógica la presencia en Antequera de organeros del entorno geográfico: Málaga, Granada, Jaén…y sobre todo, Córdoba.

La presencia granadina conocida es la más exigua y también la más antigua con un único representante, el franciscano Francisco Alexo Muñoz, que construyó en 1734 el órgano principal de la iglesia de S. Sebastián. Este organero, fraile como tantos otros que recorren toda la geografía española sin límites muy definidos en función de la implantación de su Orden, figura como << Maestro Organero del Arzobispado de Granada en 1736, fecha en que es llamada a Jaén para construir un nuevo órgano>>.

Órgano de la Santa Iglesia Catedral de Málaga. Archivo: Diario Sur



Jaén también aporta un solo nombre conocido con dos intervenciones: en la iglesia de Santo Domingo, 1745, y en la del Carmen, 1746. Se trata del organero D. Salvador García, perteneciente a una familia de artesanos suficientemente documentada y con acciones en grandes zonas de Andalucía y concretamente en Málaga. Inicia la Dinastía, parece ser, el padre D. Sebastián Alejo García, natural y vecino de Jaén, cuya primera noticia profesional conocida se registra en 1701 aderezando el órgano de la Catedral de Guadix. Por lo que respecta a la Provincia de Málaga, documentamos la presencia de D. Sebastián Alejo a partir de 1713, con intervenciones en las Parroquias de los Mártires, S. Juan y Santiago de la Ciudad y en los órganos de las iglesias de Santa María de Vélez (<<pieza excelente y de estimación>>) y parroquial de Estepona. Según Ramírez Palacios, en 1725 <<inicia un periplo por el extenso Arzobispado de Sevilla, ofertando las novedades del momento >>. Figura como Maestro-Organero de la Catedral de Jaén desde el 29 de Agosto de 1705 hasta su muerte en 1749.

Recogen la herencia artesanal sus hijos Salvador y Cristóbal. Salvador García, del que tratamos, sucedió a su padre en el Obispado de Jaén, pero no inmediatamente, sino después de D. Francisco de Andía y Almazán. No conocemos hasta el momento grandes cosas de D. Salvador, solamente estas dos obras de Antequera y otra más para la parroquia de la Asunción y los Ángeles de Cabra. Todo hace suponer, que su labor fue menos ambiciosa que la de su padre y la de su hermano.

Más relieve, por lo que hasta ahora conocemos, tuvo su hermano Cristóbal, que se asienta definitivamente en Málaga el 6 de Octubre de 1719 como Maestro- Organero de la Catedral y Obispado con cargo de << refinar o afinar y templar los órganos de la Catedral y costear los reparos menores que tuvieren>>. 24 Ducados es su salario anual a cargo de la Fábrica Mayor, mientras que las Fábricas Menores debían costear las reparaciones de los órganos del Obispado, cuando ocurrieren. Según Ramírez Palacios, su labor organera se extiende a gran parte del territorio andaluz, aunque siempre mantuvo su vecindad en Málaga donde murió en Diciembre de 1773. Por lo que se refiere a esta Ciudad, y aparte de su actividad reglada que como tal no se especifica, encontramos citado su nombre el 23 de Septiembre de 1738 con motivo de construcción de un órgano para la iglesia del Colegio de Clérigos Menores. En los años 1763-65 reaparece en las cuentas de Fábrica de la Catedral. Concretamente el 17 de Junio de 1765 se le abonan << 1.420 reales por el Realejo que había hecho para la Catedral >> y en el mes siguiente cobra 30 reales   <<por el apeo del que se había quitado del Coro>>. No hay duda, de que su presencia en la Catedral, a pesar de su cargo oficial, es intermitente, lo que confirma la noticia de Ramírez Palacios sobre sus correrías profesionales. Serian precisamente estas ausencias frecuentes las que justificarían la presencia en la Catedral de otro organero, D. Francisco Pérez de los Reyes, a partir de 1736 sin sueldo de 1737 con el sueldo correspondiente. Por cierto, que el tal Pérez de los Reyes había sido afinador de los órganos de la Colegiata de Antequera desde el 18 de Agosto de 1725.

La Dinastía García aún continuaría con los hijos del anterior: Antonio, que moriría prematuramente, y, sobre todo, José. Este, nacido en Málaga en torno a 1726, formó parte del taller de Fernández Dávila en la construcción del segundo órgano de la Catedral de Granada y fue Organero del Obispado de Cádiz desde 1769 hasta el 11 de Febrero de 1778, fecha en que murió, mientras construía el órgano del Convento del Carmen Descalzo, en cuya iglesia fue sepultado. A juzgar por las obras que hoy conocemos (Parroquia de S. Pedro de Arcos de la Frontera y Prioral del Puerto de Santa María), se trata del miembro de la familia García que voló más alto. Por supuesto, con él no podía romperse la tradicional vinculación familiar con la Catedral del Málaga y así figura entre los organeros que presentaron proyectos para la construcción del nuevo órgano catedralicio. Tenemos noticias de al menos dos, uno <<`por un tanto>> y otro <<a jornal>> .
La Dinastía García se extingue, por lo que sabemos, después de todo un siglo de actividad con el hijo del mismo nombre, José, Maestro-Organero del Obispado de Cádiz, como su padre, y ya biznieto del iniciador D. Sebastián Alejo García. […]

Órganos de la Santa Iglesia Catedral de Málaga. Archivo: Cadena Ser



Comentario aparte merece el estado de conservación de los instrumentos actualmente existentes. El panorama sombrío no cambia de color. Efectivamente, de los 19 órganos históricos que figuran en este Catálogo, solamente dos, el del lado del Evangelio de la Catedral y el de Santa Clara de Belén de Antequera, se encuentran en perfecto uso y funcionamiento, aunque echando en falta una presencia más asidua del organero-conservador. Los otros 17 se encuentran en condiciones más o menos alejadas de la normalidad y de algunos de ellos no quedan, sino vestigios testimoniales. En el ámbito de los instrumentos más modernos habría que destacar el buen estado en que se encuentra el de la Encarnación de Marbella. Los de las iglesias del Sagrado Corazón, S. Agustín y Nuestra Señora de la Victoria de Málaga y Sgdo. Corazón de Melilla, junto con el del Conservatorio Superior de Música siguen usándose afortunadamente con más o menos achaques. Los demás no suenan desde hace años, pero no sería demasiado costoso restituirlos a un funcionamiento normalizado.

A la hora de analizar las causas de esta situación es ineludible recalar en lo más obvio: la falta de medios económicos de la inmensa mayoría de las iglesias para su restauración y mantenimiento, sin olvidar el esfuerzo imprescindible para conservar tantos otros capítulos de su patrimonio histórico-artístico.

Creemos, sin embargo, que hoy tal vez no sea el mayor condicionante. Consideramos más trascendente la renuncia práctica de la propia Iglesia a uno de sus signos externos más característicos a lo largo de su historia multisecular. El órgano y la Liturgia han caminado inseparablemente unidos desde finales del medievo hasta hace bien poco. La presencia del órgano en cualquier iglesia, convento, o ermita hasta tiempos no muy lejanos así lo atestigua, lo mismo que reiterado Magisterio Pontificio.



Las sucesivas amortizaciones del siglo XIX no sólo causaron la pérdida de muchos de estos instrumentos por el cambio de uso del templo que los albergaba (conservamos la fotografía de un órgano rodeado de paja en un almacén agrícola, que había sido capilla de un hospital), sino que también limitó progresivamente las disponibilidades económicas de la Iglesia para mantener su patrimonio histórico y para sostener las plantillas de hombres que lo servían. Ello trajo consigo no sólo un corte en la creación de nuevos instrumentos, llegado el ciclo normal de su reposición, sino el precario mantenimiento de los que quedaban, cada vez con más achaques.

Órganos de la Santa Iglesia Catedral de Málaga. Archivo: Cadena Ser



El Armonium (<<órgano expresivo>> lo llamaban) abrió en el último tercio del siglo XIX la puerta a una sustitución masiva, y a gran distancia, de su antecesor. La gran diferencia de precio en épocas de crisis era demasiado tentadora, amén de la gran facilidad para el transporte frente al clásico órgano portátil o <<Realejo>>. Si a eso añadimos la bien conocida devastación de nuestros años treinta, podemos encontrar una explicación económico-política más que suficiente de nuestra situación actual.

Pero no podemos eludir nuestra reflexión sobre el más reciente cambio en los usos litúrgicos a partir del Concilio Vaticano II. La introducción de las lenguas vernáculas, que por otra parte nos parece tan acertada, trajo consigo el arrumbamiento práctico, que no teórico, del Canto Gregoriano (¡los sacerdotes recientes no lo conocen!), la Polifonía y toda una cultura litúrgica tradicional vinculada al órgano. El criterio, necesario, de <<participación>> redujo al mínimo los momentos de sosiego y meditación, a la vez que incorporó los medios más <<populares>> en forma de guitarras, charangas y ritmos bien alejados de los tradicionalmente vigentes. La figura del Organista (o del Sacristán, en su versión más modesta) desaparece, no sólo por razones económicas, sino también por inadaptación a los nuevos usos y necesidades. Por si todo ello no fuese suficiente, el Sacerdote siempre tiene la facilidad de recurrir a la música <<enlatada>>, más barata y muy a mano. El órgano no se usa, no se considera necesario, no es un elemento básico de la Liturgia…¿Cómo justificar su caro mantenimiento o instalación?

Por otra parte, la Iglesia, que siempre fue la más importante Escuela de Música en España, primero desde las Catedrales y Monasterios y luego desde los Seminarios, hace años que ha dimitido de esta labor formativa y no cuenta con Clero suficiente, no ya para atender el uso y mantenimiento de los órganos, sino tal vez tampoco para sentir su necesidad, a pesar de que su uso podría garantizarse hoy, al menos en muchos casos, por la colaboración voluntaria de los feligreses, que se forman en música.

Órgano de la Santa Iglesia Catedral de Málaga. Archivo: Cadena Ser


Afortunadamente observamos hoy en la Sociedad una mayor sensibilidad hacia el hecho musical en general y, concretamente, hacia aquellos campos (Organo, Canto Gregoriano, <<Música antigua>>…), que tanto tienen que ver con el patrimonio histórico-artístico de la Iglesia. De acuerdo con esta sensibilidad social las autoridades civiles se aprestan a recuperar y asegurar en lo posible este inmenso patrimonio documental y mobiliario, que la Iglesia ha creado y ha conservado, con tanto amor como dificultad, hasta nuestros días. Los órganos, sobre todo históricos, forman parte importante de este Patrimonio. Con nuestro aplauso, solo querríamos insistir en una idea básica, la necesidad de garantizar su uso habitual para asegurar su mantenimiento. Si no es posible hoy para la Iglesia, en términos generales, resucitar la figura del organista profesional por sus costes económicos y sociales, sí consideramos muy posible la colaboración de tantos y tantos feligreses que hoy estudian música en los Conservatorios y que podrían reciclarse fácilmente para atender las necesidades litúrgicas más perentorias. Este uso habitual ha de ser el antídoto más eficaz contra la polilla y la ruina. Creemos, que debe ser la propia Iglesia quien recupere su pulso en este tema, quien tome conciencia de la necesidad de recuperar su propio pasado, y quien, apoyada en su caso por la Administración, busque unas soluciones, que deben de estar ahí escondidas […]”.
 
 
Fuentes y Bibliografía

· CEA GALÁN, Andrés y CHIA TRIGOS, Isabel. Órganos en la provincia de Cádiz.

· MARTINEZ SOLAESA, Adalberto; PALACIOS SANZ, José Ignacio; ARANDA OTERO,               Francisco y GONZÁLEZ SÁNCHEZ, Vidal. Órganos en la provincia de Málaga.

· Homines.com

 · Diario Sur

 · Cadena Ser

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