Manuel Narváez Fernández
Manuel Narváez Fernández (Málaga 15/02/1895-¿Valencia?) fue miembro de la UGT y afiliado a la AS (Agrupación Socialista) de Estepona; capitán de milicias del Batallón Pablo Iglesias de Málaga; vocal del Comité Permanente de Enlace o de Defensa de la República así como del Tribunal de Urgencia del Comité de Salud Pública y Presidente de la Asociación de Trabajadores de la Tierra, vinculada a UGT.
Fotografía de 1940 de Manuel Narváez Fernández en el exilio francés, enviada a su amigo, el ex alcalde, Félix Troyano, con dedicatoria al reverso. Álbum familiar de Felisa Troyano. |
Casó con María de los Dolores (Lola) Albertos Salinas el 20 de septiembre de 1922, de cuyo matrimonio nacieron cinco hijos: Manolo; Ana María; Pepe; Paco y Alberto.
Su padre, Manuel Narváez Naranjo era natural de Ardales (Málaga). Por su trabajo de arriero, un día recaló en Estepona, aquí conoció a su futura esposa, Ana Fernández Guerrero perteneciente a una familia de agricultores. Fruto de este matrimonio, nacieron cinco hijos.
En principio, montó una pequeña tienda que con el tiempo fue ampliando con más productos. Tuvo la fortuna que le tocó la lotería; con ese premio y los beneficios que obtuvo de su comercio, compró una casa en la Plaza las Flores- actualmente es el restaurante “Doña Jerónima”- donde instaló su vivienda y una fábrica de licores y refrescos, llegando a tener varios agentes comerciales que vendían sus productos por toda la provincia de Málaga. Embotellaba zarzaparrilla, horchata, gaseosa, sifón, … Esta pequeña industria daba trabajo a muchas personas. Para la preparación de la horchata que era bastante más laboriosa y se necesitaba un mayor número de trabajadores, contrataba a varias mujeres que eran las encargadas de machacar la almendra – aquí la preparaban con ese fruto – en un patio que había en la fábrica. Forrondón el gitano y los polifacéticos hermanos, Juan y Antonio Benítez Mata más conocidos como los “Artocha”, eran los repartidores de las bebidas a los bares, bodegas, cafés y demás establecimientos de ocio de Estepona.
Finales del s. XIX. Archivo: Libro de Manuel Sánchez Bracho, Encuentro con Estepona |
Manuel Narváez Fernández trabajó en el Ayuntamiento como recaudador de impuestos. Su labor consistía en ir a los pueblos de la serranía (Genalguacil, Pujerra, Jubrique …) que pertenecían a la jurisdicción de Estepona a cobrar la recaudación. El medio de transporte era a caballo, siempre acompañado de una pareja de guardias civiles y un arriero. El motivo de ir acompañado por agentes de la Benemérita era, porque al regreso a Estepona con el importe de la recaudación, hubiera sido muy peligroso ir solo ya que por esos senderos solitarios de la serranía, abundaban los salteadores de caminos.
Pidió la excedencia en el Ayuntamiento para incorporarse a la plantilla de la fábrica de su padre, donde era muy necesario, siendo un gran apoyo y parte importante en la administración de la empresa.
Botella de vidrio de la fábrica de licores de Manuel Narváez Naranjo Archivo: Todocolección.net |
Era una industria que iba viento en popa, siendo muy buenos tiempos de bonanza económica. Manuel, en su tiempo de ocio se reunía en el Casino con la gente más relevante del pueblo: el juez, médico, farmacéutico, registrador de la propiedad, notario, industriales, comerciantes... Los que tenemos cierta edad, sabemos que las actividades lúdicas que se llevaban a cabo en el Casino no respondía a su pretencioso nombre, ya que no era un casino como tal, sino un establecimiento donde se reunían para jugar al dominó, a las cartas, tomar una copa, un café o para echar un rato de tertulia.
Su esposa, Lola Albertos, era hija de José Albertos González, un coronel de carabineros destinado en la Comandancia de Estepona, con lo que formaba parte de las señoritas de la alta sociedad esteponera colaborando en actos benéficos propios de su estatus, como: representaciones de teatro en beneficio de los heridos de la Guerra del Rif, asistencias en mesas petitorias para la lucha contra la tuberculosis, etc. En su casa tenían toda clase de comodidades. Disponían de personal de servicio: Ana, Josefa y Anita Morales, esta última era la costurera que cada viernes, iba a hacer los arreglos del vestuario de la familia. Todo marchó muy bien, hasta la llegada de la Guerra Civil que dio al traste con todo, perdiendo la empresa y su casa. Como a la mayoría de españoles, la guerra, dio en sus vidas un giro de ciento ochenta grados en todos los aspectos.
Manuel, persona comprometida en política, idealista e izquierdista convencido, se alistó a las milicias del Batallón Pablo Iglesias de Málaga, alcanzando el grado de capitán. En el verano de 1936, con una moto con sidecar y varios camiones de milicianos pertenecientes a dicho batallón, marchó a combatir al frente de Guadiaro donde cayeron muchos de ellos. Afortunadamente, él, regresó sano y salvo [1].
“[…]A petición de Enrique Mowbray, secretario del Gobernador Civil, el Comité socialista de Málaga tomó el acuerdo de crear un batallón que llevara el nombre de Pablo Iglesias.
Los voluntarios alistados en Málaga y su provincia, dependientes del Batallón nº 4 correspondiente a Jaén, se alistaban o presentaban sus solicitudes en las oficinas de reclutamiento situadas en el nº 6 de la calle Córdoba de la capital. Los soldados voluntarios disfrutarían de una paga de 10 pesetas diarias, pagaderas por quincenas cumplidas. Los que además se presentaran con fusil, mosquetón o carabina, serían indemnizados con el equivalente al valor del arma que portan.
En un principio podían ingresar todos los afiliados a algún partido socialista que presentasen el carnet y el uniforme de su organismo.
En dos semanas ingresaron 1500 hombres en este batallón y los socialistas quisieron entonces organizar una Brigada; pero las demás organizaciones del Frente Popular se opusieron a dar tanto poder a estos. La solución fue dividirlo en tres batallones Pablo Iglesias que combatieron en los frentes de Madrid, Málaga y Jaén. Dispuso de una ambulancia regalada por el partido socialista de Suiza, servicio de trasmisiones, ingenieros é intendencia.
A este grupo armado se le denominó “Batallón Pablo Iglesias”.
[...] Mal armados y peor adiestrados, eran pocos los que tenían verdadera experiencia militar. […] La escasez de mandos hacía que ascendiesen de forma muy rápida personas sin apenas formación militar, simplemente por la veteranía en el partido, algún acto de guerra en el frente, la recomendación como persona de confianza y “afecta al régimen” por parte de algún alto mando, o como ocurrió al Capitán Recalde, que la participación en la guerra de África la valió el paso de Capitán a Comandante. Otro ejemplo de rápido ascenso en este mismo frente lo da Pablo Pérez Hidalgo, que luego sería el último guerrillero de la provincia de Málaga. […] Sí es cierto que estaba considerado como uno de los mejores Batallones, pero la preparación dejaba mucho que desear, es más, ni siquiera estaban bien armados, ya que el armamento solicitado varias veces no acababa de llegar y constan numerosos donativos de mantas, botas y ropa de abrigo. A pesar de ello hubo en este frente hombres con mucho valor y arrojo, verdaderos amantes de la república, que al acabar la guerra y tras la “desbanda”, decidieron quedarse en España como guerrilleros […].[2]
Durante la guerra y como vocal del Tribunal de Urgencia del Comité de Salud Pública, emitió informes favorables a derechistas imputados por auxilio a la rebelión militar, tal fue el caso del acaudalado terrateniente, concejal y alcalde de Estepona en el periodo comprendido entre 19/10/1929 y 26/2/1930, Antonio López Chacón, al que pidieron la pena de muerte por “ser derechista acérrimo, elemento destacado de derechas, enemigo contrario a toda reivindicación proletaria, considerándolo peligroso para el régimen” [3] y cómplice de Juan March, uno de los que financiaron el golpe militar, demostrándose que su única vinculación con el golpista era comercial, debido a que era corredor de una de sus fincas.
“[...]FOLIO 83.- Declaración de Manuel Narváez Fernández en la indicada fecha y ante los mismos funcionarios, dijo: Que conoce al detenido Antonio López Chacón y le consta que hace tiempo se encuentra alejado de toda actividad política, pudiendo asegurar que no ha tomado parte directa ni indirectamente en el actual movimiento; que la conducta observada por dicho detenido en Estepona con respecto al elemento obrero ha sido buena y en todo momento imparcial[...].[3]
Asimismo, auxilió al juez Enrique Crooke Campos al que conocía de las tertulias en el Casino, escondiéndolo en su propia casa debido a que los milicianos lo buscaban para ejecutarlo [1]. Recordemos que el juez Crooke estuvo detenido en la cárcel de Estepona desde el 18 de julio hasta el 11 de agosto de 1936 junto a cincuenta y siete personas, y, en este caso, salvó su vida gracias a la intervención de nuestro recordado alcalde Félix Troyano Uceda que, desobedeció las órdenes del gobernador civil de trasladarlos a la Prisión de Málaga en camiones de la FAI que esperaban a la puerta. Tanto el alcalde como los presos, tenían el convencimiento que trasladarlos supondría una muerte segura en cualquier recodo de la carretera, como ocurrió con los treinta y seis vecinos de Casares que apenas unas semanas después -el 1 de septiembre- siendo trasladados a la Prisión de Málaga fueron asesinados. En las inmediaciones del río "El Castor" en Estepona ejecutaron a dieciocho y otros dieciocho en el paraje de “El Pozuelo” de Marbella. Esta acción del alcalde Félix Troyano le costó la destitución fulminante de su puesto, siendo nombrando por el gobernador civil a, Diego Pavón Sarmiento el 10 de agosto . La mayoría de presos fueron excarcelados el 11 de agosto, tras la asamblea celebrada en el “Salón Anita” en el que, los tribunales populares revolucionarios formados por los comités y miembros de organizaciones obreras, llamaban al estrado a uno tras otro y preguntaba al pueblo que asistió en masa, si había cargos sobre el preso que se sacaba en ese momento a lo que afortunadamente contestaron que no había cargo alguno en su contra.[4] Después de haber estado protegido el juez Crooke en casa de Manuel,[1] logró huir hasta Málaga encontrando refugio en Villa Maya.[4]
Enrique Crooke Campos (magistrado) Archivo: www.geni.com |
El juez Crooke tomó posesión del cargo de juez de primera instancia e instrucción de Estepona en diciembre de 1931 con solo 25 años, siendo en la posguerra titular del Juzgado Militar nº 14, y en el invierno de 1938 del nº 15. Capitán honorífico del Cuerpo Jurídico Militar; instructor del expediente de responsabilidad civil que se siguió contra el Comité Central de Defensa de la República de Estepona y, vocal ponente del Consejo de Guerra Permanente nº3 donde ejerció sus funciones de forma implacable, quizás condicionado por el luctuoso hecho personal del asesinato en Málaga de sus hermanos, Francisco, abogado y apoderado general de la Casa Larios de Málaga y Luis empleado de la misma empresa, en la saca del 30 de agosto de 1936. [4] .
En enero de 1937 y ante la inminente entrada de las tropas franquista a Estepona, Manuel tomó a toda la familia y la trasladó a Málaga, desde allí embarcaron rumbo a Valencia donde vivía una hermana de Lola que los acogió hasta el final de la contienda y, desde allí, él partió hacia la zona de Cataluña y Aragón para combatir en la sangrienta Batalla del Ebro.
Con la caída de Barcelona, se exilió en Francia.
Finalizada la guerra, la familia volvió a Estepona a excepción de Manuel. Al llegar vieron con estupefacción que su casa de plaza las Flores había sido requisada por los vencedores para Falange, por lo que, tuvieron que instalarse en una casa de calle Bermúdez donde estuvieron sobreviviendo gracias al dinero que les enviaba de Marruecos Paco, un hermano de Manuel y, la paga que enviaba Manolo su hijo primogénito desde la Armada donde se alistó como voluntario. Aun así, pasaron muchas penurias económicas. Mientras tanto, se acordaron que al principio de la Guerra Civil, durante la represión “roja”, Manuel había auxiliado al juez Enrique Crooke Campos, y pensaron que él les podría ayudar en la recuperación de su casa. Lola escribió una extensa carta explicándole su situación y la entregó a su hijo Manolo, quien la llevó personalmente a su despacho de Málaga donde fue muy bien recibido, reconociéndole la ayuda prestada por su padre en aquellos tiempos convulsos. El juez Crooke pertenecía a una de las familias más poderosas y acomodadas de Málaga, por tanto, utilizando también su influencia como magistrado, movió los hilos adecuados y al poco tiempo, la familia pudo rescatar su casa.
Una vez recuperada la casa, como era muy grande y para ayudar en la economía familiar, montaron una pensión.
Manuel tenía unas tierras de labor arrendada a José Horrillo Martín por la zona del arroyo Juan Benítez y, hablando Lola con el gran amigo de la familia, el ex alcalde Félix Troyano, sobre la situación económica en que se encontraba, éste, motu proprio, le dijo que intercedería con José para ver si podría devolverles la huerta, a lo que éste accedió sin ningún impedimento. Solo le pidió qué, antes de entregarla, le diera un tiempo para hacer la recogida de la almendra que también era parte de su sustento.
Con el sufrimiento de los desastres de la guerra, el negocio en bancarrota y sus hijos exiliados, los abuelos, Manuel Narváez Naranjo y Ana Fernández Guerrero fallecieron con un intervalo de tiempo muy corto entre sí.
Volviendo al 1939, año en que Manuel se exilió en Francia. Allí, como tantos españoles, estuvo retenido en el campo de internamiento de Argelès- sur- Mer, situado en la playa y custodiados por tropas marroquíes, senegaleses y gendarmes franceses, donde vivió en condiciones infrahumanas junto a cien mil compatriotas más [1]. El célebre fotógrafo Robert Capa en una visita que realizó a ese campo de refugiados, escribió " [...] un infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y chozas de paja que ofrecen una miserable protección contra la arena y el viento. Para coronar todo ello, no hay agua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la arena[...]” [5]
Vista aérea del campo de internamiento de Argèles-sur-Mer (Francia) Archivo: blog, Todos los rostros |
Campo de internamiento de Argèles-sur-Mer (Francia). Archivo: Fondo Chauvin, vía Planeta Dunia |
Cuando Francia fue invadida por las tropas alemanas en 1940, los refugiados españoles abandonaron el campo de Argelès-sur-Mer. Muchos se alistaron al ejército francés, otros hacían pequeños trabajos, como fue el caso de Manuel. Hasta entonces, mantuvo correspondencia relativamente fluida con su familia y su amigo, Félix Troyano, pero esta se cortó el día que, en una redada, los alemanes lo identificaron como republicano español, siendo apresado y trasladado al campo de concentración nazi de Buchenwald (Alemania) en 09/08/1944, posteriormente pasaría al de Dachau (Alemania) 28/08/1944 y finalmente al de Mauthausen (Austria) donde permanecería recluido desde 16/09/1944 hasta la liberación del campo por los norteamericanos el 05/05/1945. [11]
Aunque está documentado y datado que estuvo en los tres campos de concentración nazis arriba mencionados, su hijo Manolo tiene un documento donde aparece que también estuvo recluido en otros dos sub campos de concentración nazis de Austria: Melk y Ebensee.
La famosa y tristemente conocida como, "la escalera de la muerte" de Mauthausen. Archivo Alemania Federal-Wikimedia |
Vivió las salvajadas que llevaban a cabo los nazis en la famosa y tristemente conocida como, <<la escalera de la muerte>> de Mauthausen. A los trabajadores que extenuados portaban pesadas piedras de hasta 50 kilos en sus 186 escalones [6] que apenas podían subir, al desfallecer alguno y caer de agotamiento, producía un efecto dominó arrastrando a los que subían detrás. Al llegar los prisioneros aplastados por las pesadas piedras al pie de la escalera, un oficial de las SS les daba el tiro de gracia. A los que se habían salvado, los situaban alineadamente en el borde de un precipicio al que las SS llamaban «The Parachutists Wall» (Muro de paracaidistas) y encañonándolos tenían la opción de recibir un disparo o empujar al prisionero que tenía delante por el barranco [7].
Sufrió las formaciones nocturnas en el patio del campo, nevando, desnudo y aterido de frio, en el crudo invierno austriaco. También presenció como muchos de sus compañeros no pudiendo soportar las pésimas condiciones de vida, la dureza del campo y la falta de comida, optaban por el suicidio arrojándose a las vallas electrificadas.
Año 1941.Oficiales de las SS, ascendiendo por la "escalera de la muerte" de Mauthausen Archivo Alemania Federal-Wikimedia. |
Dado su espíritu idealista, siendo español y republicano, cabe pensar casi con toda certeza que pudo pertenecer a la organización clandestina de resistencia republicana española – hasta ahora este dato no está documentado – dentro del campo de Mauthausen. El grupo de los españoles era con diferencia el mejor organizado, donde se apoyaban entre sí. Introdujeron compatriotas de confianza en los sitios de trabajo donde hubiera posibilidad de ayudar a sus compañeros, para intentar evitar las tareas más duras a los que se encontraban más débiles, dándoles raciones extras de comida y ocultar a los enfermos para que no fueran ejecutados y, en la medida que podían, realizaban pequeños sabotajes en las maquinarias de los nazis para ralentizar el trabajo. [8] [9].
Pesaba treinta y seis kilos tras ser liberado de Mauthausen, siendo trasladado a un hospital de París para ser tratado de malnutrición severa. Cuando se recuperó se trasladó a Perpignan.
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Al haberse cortado bruscamente la comunicación entre Manuel y su familia, ésta lo dio por muerto, hasta su liberación en Mauthausen en que se puso con contacto con ellos, refiriéndoles el infierno que vivió con los nazis. Les contó que vivía en Perpignan, en una casita que compartía con un anciano médico, el doctor Gutierrez
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Manolo, su hijo, decidió ir antes que nadie a ver a su padre. Fue acompañado de un amigo de Estepona. Al coger el tren en Barcelona, tuvieron la mala fortuna que un policía que inspeccionaba el interior, le pidió la documentación a su amigo – ninguno llevaba salvoconducto- y él que estaba de espaldas al agente, escapó rápidamente por una escalerilla, ascendiendo al exterior donde fue andando peligrosamente por el techo, hasta bajar a otro vagón bastante más retirado del que se encontraban ellos, pudiendo llegar a la frontera sin problema.
Poco tiempo después, la familia decidió trasladarse a Perpignan. No tenían pasaporte ya que el gobierno franquista no se lo facilitaba por ser la esposa de un “rojo”, de tal modo que, pasaron clandestinamente la frontera gracias a un señor que se dedicaba a ayudar a españoles indocumentados, haciéndolos pasar por una zona retirada del control de la frontera. Al poco tiempo de estar instada toda la familia, el doctor Gutiérrez falleció.[1]
Fue correligionario del alcalde, Félix Troyano Uceda, con quien mantuvo una estrecha relación de amistad qué a pesar de la distancia, perduró hasta el fin de sus días.
Félix, acompañado de su esposa, visitó varias veces a su buen amigo en Francia.[10]
Amparados por el Decreto-ley de 31 de marzo de 1969, en el que Franco reconoció la prescripción de posibles responsabilidades penales por los hechos acaecidos antes del 1 de abril de 1939, Manuel y Lola, regresaron a España junto a su hija Ana María y Félix, su yerno, a su casa de Valencia. Allí falleció Lola a consecuencia de una neumonía, casi una década antes que su esposo.
Manuel Narváez Albertos.
Manolo Narváez Albertos (Estepona 2/2/1923- San Pedro Alcántara ¿ 2022 ? ), era el primogénito de cinco hermanos. Hijo de Manuel Narváez Fernández y de María de los Dolores Albertos Salinas.
Cuenta que de pequeño era muy travieso, y que se arrojó desde el primer piso de la casa de plaza las Flores con un paraguas abierto, emulando las hazañas de los héroes cinematográficos de la época. Tuvo la gran suerte que en ese momento pasaba por allí un guardia municipal, cayendo sobre el hombro de éste que amortiguó la caída y pudo salir ileso, llevándose obviamente, la reprimenda de su abuelo.
Se alistó voluntario en la Armada Española y ejerció la función de radio telegrafista.
Cuando supo que su padre estaba vivo, tras haber pasado por varios campos de concentración nazis, decidió ir a visitarle acompañado de un amigo. Poco tiempo después, la familia se trasladó a la 3 rue de la Poissonnerie en Perpignan donde residía.
En Toulouse y Perpignan vivían un gran número de exiliados españoles y todos se conocían. Organizaban frecuentes fiestas para reunirse y así, con las canciones, los bailes, la gastronomía y los recuerdos, trasladaban un trocito de una España que la mayoría no volvieron a pisar jamás. Manolo cantaba muy bien y era el alma de la fiesta, amenizándola con la copla y el flamenco. Su hermana Ana María, además de ser una joven muy atractiva, tenía también una bonita voz. Siendo alumna del Grupo Escolar Simón Fernández, siempre contaban con ella para que cantara cuando hacían fiestas. En una de sus actuaciones, apareció vestida de zíngara con un pandero y cantó tan sensacional que, el público alborozado aplaudiendo con gran ovación pidió que repitiera la actuación.
Trabajó en multitud de oficios. En Touluse montó una empresa de pintura con seis obreros, siendo la que más beneficios le reportó. Le salió trabajo para pintar la embajada de Colombia en París. Manolo le presentó un presupuesto más alto de lo que debiera y para su sorpresa, se lo aceptaron sin rechistar, con lo cual, éste que era un tipo muy avispado, se le encendió la bombilla y vio que allí había un filón para su trabajo si sabía jugar las cartas adecuadamente. Trazó una estrategia que no era otra que agasajar al encargado de mantenimiento de la embajada y a su esposa, invitándoles a cenar y obsequiando a ella con regalos y demás dádivas, de tal forma que aquel, le presentó al encargado de la embajada de Venezuela, que también lo contrató y ya todo fue rodado, pudiendo pintar muchas embajadas sudamericanas.
En su juventud, casi recién llegado a Francia, se afilió al PSOE en el exilio – la sede del partido estaba en Toulouse – y habiéndose enterado que un correligionario que servía de enlace para llevar a España documentación secreta del partido, había sido apresado por la policía, siendo torturado y asesinado, se presentó en la sede, solicitando ocupar su puesto en esa misión. Cuando su padre se enteró, se enfadó mucho, diciéndole que era un loco y un insensato, tratando de hacerle entender que eran misiones muy arriesgadas y peligrosas que le podría costar la vida. Él le contesto que, por culpa de los franquistas, su padre estuvo recluido en cinco campos de exterminios nazis, que su madre pasó muchas penalidades para sacar a cinco hijos adelante, con el cabeza de familia ausente sin saber si estaría vivo o muerto y, por más que se lo pidiera, no le haría desistir de su empeño.
De izquierda a derecha, Félix Troyano López; Paco Narváez Albertos, junto a él su hermano Pepe y Manuel Narváez Fernández. Álbum familiar de Felisa Troyano. |
La misión de Manolo al igual que su infortunado compañero ejecutado, consistía en llevar documentos secretos del partido desde Francia a España, pasando clandestinamente la frontera a pie a través de los Pirineos.
La primera vez partió en coche desde Toulouse hasta la frontera en Le Perthus, situado en los Pirineos Orientales. Portaba una cartera lacrada conteniendo los documentos y un mono encima del traje, ya que había que atravesar los montes y podría rozarse con árboles quemados por los incendios. El trayecto lo hacía de noche, llegando de madrugada al primer destino que estaba situado en una casa de prostitución de Figueras. La dueña del prostíbulo era la viuda de un cenetista ejecutado por los franquistas que también perdió a su hijo en el frente. En ese club permanecía una noche para recuperarse tras la larga caminata. Al día siguiente, miembros del PSOE españoles - sorprendidos por su juventud en una misión tan arriesgada - le esperaban en la estación de ferrocarril y lo introducían en un tren de mercancías con destino a Barcelona. El destino estaba en una casa por la zona de la Barceloneta. La contraseña para que abrieran la puerta, consistía en dar una serie de golpes con una cadencia de tiempo y acompasados de mayor y menor intensidad. Allí permanecía un par de días antes de regresar a Francia, departiendo con miembros del partido los avatares de la Guerra Civil.
Estos peligrosos y arriesgados viajes desde Francia a España, lo realizó tres veces. La última, además de los documentos secretos, portaba también un dinero de un español exiliado en Montpelier, amigo de su padre que le pidió que lo entregara a su familia en Barcelona.
Cuando visitó a la esposa del exilado para cumplir con su encargo, se encontró con un panorama desolador. Era una casa donde faltaba lo más elemental para poder vivir dignamente. Hacía mucho frío. En un salón casi desprovisto de muebles, estaban una escuálida mujer y sus dos hijos pequeños acurrucados junto a un pequeño fogón de carbón. La mujer le contó que estaban pasando graves problemas económicos debido a la ausencia del cabeza de familia en el exilio. Le pidió que por favor les ayudara para poder viajar a Francia y reunirse con su marido. Manolo le hizo ver que él pasaba de Francia a España de una forma muy singular, que era cruzando los Pirineos a pie con todo lo que ello implicaba y que sería impensable para ella y sus hijos pequeños hacer ese trayecto. La señora tenía tal estado de desesperación, que le dijo que si no le ayudaba, abriría la espita del gas y se suicidaría con sus hijos. Alarmado ante esta situación, accedió, y le dijo que les pagaría el billete de tren de Barcelona-Toulouse-Paris. Manolo disponía de un salvoconducto, por tanto no había problema en viajar con ellos en el mismo tren, pero en vagones distintos. Una vez instalados cada uno en sus asientos separados, el niño – Juanito - que le había cogido gran afecto, iba y venía de un vagón a otro para jugar con él, a lo que aquel con grandes aspavientos, indicaba al chico que se fuera con su madre. Esto despertó la curiosidad de unos policías que paseaban por el vagón, le pidieron el salvoconducto y cuando fue identificado, le dieron un puñetazo y fue trasladaron esposado a un vagón para ser interrogado, donde había otros presos. En un momento dado del interrogatorio, el jefe le soltó las esposas y quedó custodiado solo por un guardia. Desde donde estaba sentado, pudo ver que había una ventanilla del vagón abierta y, ante el temor de ser torturado, sin pensarlo dos veces, se arrojó por ella. Cuando el guardia se percató, le agarró por la chaqueta, pero el impulso del salto era muy fuerte y éste no pudo retenerlo. Tuvo tan buena fortuna que cayó sobre tierra blanda que estaba recién arada, y pudo amortiguar un poco la caída. Así y todo, se rompió dos costillas el cúbito, el cuerpo magullado y la cara arañada. Por unos segundos quedó inconsciente y desvanecido por el dolor. Cuando se incorporó, vio que el tren se había parado y dos guardias civiles salieron en su persecución disparándole varias veces sin acertar en el blanco. A toda prisa, vio un río, se sumergió pegándose a la pared y agarrando unas ramas de zarzamoras que crecían en la ribera - que le causó desgarros en la piel- tiró de ellas hasta quedar oculto. Allí permaneció durante un tiempo hasta que se acallaron las voces de sus perseguidores y los ladridos del perro. Al rato, oyó el característico sonido del tren reanudando la marcha. Dolorido, salió del río y comenzó su andadura a pie a través de los Pirineos.
Por el camino, comió cerezas sin madurar, cebollas, algarrobas y todo cuanto encontraba que pudiera ser comestible.
Cuando cruzó la frontera, ya en territorio francés, habló con un taxista – casi todos los taxistas de aquella zona eran exilados españoles – y tras explicarle su situación, inmediatamente lo trasladó a un hospital.
Recuperado un poco de los traumatismos, fue llamado por los dirigentes de PSOE para felicitarle y agradecer su colaboración. El 25 de marzo de 1948, con motivo de la celebración del XVI Congreso del PSOE en el exilio, celebrado en Toulouse, del que Indalecio Prieto era presidente, éste, personalmente le felicitó y agradeció los servicios prestados al partido, dándole un abrazo, momento del que Manuel, conserva documento gráfico.
Obviamente, no pudo volver a realizar viaje alguno a España por estar fichado por la policía española.
Años más tarde, se enroló en un petrolero noruego varado en el puerto de Róterdam (Holanda) que hacía la ruta Marsella-Casablanca. Allí trabajó de camarero. Cuenta, que como esa singladura era paso obligado por el estrecho de Gibraltar y por ende, por la costa de Estepona, cuando se aproximaban a su amado pueblo, hacía que toda la tripulación subiera a cubierta para mostrarles orgulloso la tierra que le vio nacer. En uno de esos viajes, fue tal la alegría al ver que se estaba aproximando, que, cogió lápiz y papel, escribió un mensaje, lo metió en una botella y acto seguido, la arrojó al mar. El mensaje decía lo siguiente: “Soy Manolo Narváez de Estepona. ¡Viva Estepona, viva Andalucía! El que se encuentre este mensaje, por favor, que se lo entreguen a mi buen amigo Francisco Chacón, dueño del Bar Dos de Mayo”. La botella arribó a la playa de Sabinillas, con tan buena fortuna, que la persona que la encontró, un guardia civil que hacía la ronda de madrugada, cumplió con su petición y la llevó personalmente a su destinatario. Nos podemos imaginar la cara de sorpresa y alegría de su amigo, al ver el medio de transporte tan singular que había utilizado para saludarle. Francisco Chacón, orgullosamente enmarcó el mensaje y lo colgó en una pared del “Dos de Mayo” para regocijo de sus parroquianos. [1]
Manolo Narváez Albertos. Captura de pantalla del documental, Memoria de Málaga. es. Diputación Provincial de Málaga |
A pesar de los años vividos en Francia, su forma de hablar era la de un simpático esteponero-andaluz, sin el menor atisbo de influencia del idioma de aquel país en su habla. Usaba expresiones netamente esteponeras que solo los nativos de una cierta edad podríamos entender perfectamente. En la entrevista del documental habla qué, en una época de su vida, su madre estuvo “echailla a perder”, siendo la traducción: que estuvo enferma.
Vivió los últimos años de su vida – falleció recientemente a la edad de 99 años- en San Pedro Alcántara. Era un gran cantaor de flamenco, siendo socio de la Peña Flamenca de esa ciudad. En sus jóvenes años mozos perteneció a un grupo musical del que era vocalista junto al gran músico Manuel Ramírez – el que fuera dueño del hotel Caracas- entre otros. Tocaban todos los domingos en el "Quiosco" (Restaurante Miramar).
El vínculo de amistad entre Félix Troyano (alcalde) y su padre, fue tan fuerte que, después de fallecer los patriarcas, sus hijos mantuvieron estrechos y fuertes lazos de amistad entre sí. Paco Troyano López vivió en París y su hermano Félix en Beausoleil, una localidad limítrofe con Mónaco, con lo que se veían muy frecuentemente y se trataban como hermanos, tal es así qué, Manolo cuando venía a Estepona, su visita obligada era la casa de Felisa Troyano con la que compartía largos ratos de charla recordando viejos tiempos. [10]
Referencias
· [1] Testimonio oral de Manolo Narváez Albertos
· [2] Blog de Fernando Bravo Conejo
· [3] Pieza Quinta, Justicia Roja de la Causa General durante la instrucción a Antonio López Chacón
· [4] Los días de la ira... PRIETO BORREGO, Lucía
· [5] Los campos de concentración franceses. Blog, Todos los rostros.
· [6] ABC, 5/5/2020
· [7] Destino Infinito
· [8] Los años rojos. CONSTANTE, Mariano
· [9] Tercera, INFORMACIÓN, Ángeles Maestro
·[10] Testimonio oral de Felisa Troyano y su nieta, Yessi Mena Fernández
·[11] CHECA, Sandra; DEL RÍO SÁNCHEZ, Ángel; MARTÍN MORALES, Ricardo. Andaluces en los campos de Mauthausen
Fuentes y bibliografía
· Testimonio oral de Manuel Narváez Albertos obtenido del video, Memoria de Málaga.es Diputación Provincial de Málaga, localizado por Teo F. Atienza.
· Instrucción de La Causa General, Pieza Quinta Justicia Roja
· Fundación Pablo Iglesias
· Todos los rostros: Los campos de concentración franceses
· Destino infinito
· Blog: Fernando Bravo Conejo, Las milicias malagueñas
· Blog: Husmeando por la red.com
· CONSTANTE, Mariano. Los años rojos.
· PRIETO BORREGO, Lucía. Los días de la ira...
· CHECA, Sandra; DEL RÍO SÁNCHEZ, Ángel; MARTÍN MORALES, Ricardo. Andaluces en los campos de Mauthausen
Archivo fotográfico
· Álbum familiar de Felisa Troyano
· Encuentro con Estepona, libro de Manuel S. Bracho
· Todocolección.net
· www.geni.com
· Todos los rostros: Los campos de concentración franceses
· Planeta Dunia
· Alemania Federal-Wikimedia
· National Archives and Records Administration, College Park, Md.
· Memoria de Málaga. es. Diputación Provincial de Málaga
Agradecimientos
Mi agradecimiento a Felisa Troyano López, por la buena disposición y generosidad al compartir su álbum familiar para esta publicación.
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