La fotografía inferior es de 9 de mayo de 1937[1] y pertenece a la primera subasta -aunque no es la acepción correcta, en Estepona se conocía a la subasta como la rifa- del Sto. Cristo de la Veracruz con el nuevo gobierno franquista, reanudada tras unos años sin celebrarse.
El niño que está en primer plano con uniforme de falangista, sosteniendo en ambas manos sendos conejos, Rafael Bracho Perea, el que está a su izquierda con dos perdices en el regazo, su amigo Francisco Moreno Guerrero.
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Nueve de mayo de 1937. Autor: Juan Gaitán. Archivo: Juan Andrés Gaitán. |
En la siguiente fotografía recortada de la anterior, ponemos nombres a algunas caras hasta ahora desconocidas por las nuevas generaciones:
1.- Paco Vázquez Díaz (jefe de la Guardia Municipal); 2.- Pepa Moreno; 3.- Fernando Segovia (sacerdote); 4.- Lucas Menéndez Cayarga (Secretario del Ayuntamiento); 5.- Pepe Rodríguez Soria (diputado, abogado y concejal de los Ayuntamientos de Málaga y Estepona); 6.- José Aragón Pérez (farmacéutico y cuñado de nuestro recordado alcalde, Simón Fernández); 7.- Antonia Martín Werner (esposa de Gaspar Jiménez Miralla, ayudante de farmacia y hermano de los propietarios del Bar La Mezquita); 8.- Una sobrina de Lelin Jiménez; 9.- Simón Fernández (alcalde); 10.- Bernabé Copado (historiador, misionero y predicador jesuita), 11.- Srta. Sedeño, (tenía un taller de costura en c/ Montañez); 12.- Juan Grau Ramírez (comandante militar de puesto y compositor del himno -letra y música- del Stmo. Cristo de la Veracruz); 13.- Francisca Caravaca; 14.- Isabel Núñez; 15.- María López Hormigo; 16.- Francisca Moreno; 17.- Pepa Flores; 18.- Una vecina de c/ Adolfo Suárez de Figueroa (frente a la Droguería Quiñones) y su madre; 19.- María Márquez Navarro (esposa de José Barrientos Villalobos); 20.- Maruja Jiménez; 21.- Gertrudis (conocida como, "la de las tortas"); 22.- María Carrasco; 23.- Isabel Carrasco; 24.- Dolores Díaz (taquillera de cine); 25.- Manuel Sánchez Puyas (dueño del cine Salón Anita); 26,- Baltasar Benítez Navarro ( Hermano Mayor de la Hdad. del Stmo. Cristo de la Veracruz y sobrino del propietario y diputado, Cristóbal Navarro Díaz); 28.- Cándido Ortiz ( juez municipal y alcalde) ... [2]
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Año 1922. Fotógrafo: Miguel Ramírez. Archivo: Juan Ordoñez |
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Archivo: Juan Ordoñez Bazán |
La siguiente fotografía es el reverso de la anterior, perteneciente a doña Isabel Navarro Pérez. Lleva el recibo de su donación pegado en la misma.
El recibo dice así: “HERMANDAD DE SANTO CRISTO DE LA VERA-CRUZ
El regalo de uno y tres cuarto kilos de tocino y morcillas que como limosna ha entregado V. para el culto del Santo Cristo, se adjudicó en la subasta del día 9 del actual al devoto
D. Francisco Orellana Rubio en treinta y una pesetas ___céntimos
Estepona, 15 de Mayo de 1937, Año Triunfal
El Mayordomo (firma ilegible); El Tesorero, M. Sánchez; El Secretario, N. Jiménez.
Sra. Dña. Isabel Navarro Pérez"
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Archivo: Antonio Barrientos Márquez |
En la subasta, el pueblo entero se volcaba donando productos de lo más variopinto: un chivo; piñonates; un mero; un embuchado; tocino; morcilla; una gallina minina, también obsequiaban perdices; huevos; roscos de vino; tortas de aceite...
Las siguientes fotografías son dos documentos históricos de un listado del año 1955 especificando los días de la rifa; donantes; adjudicatarios; productos y el importe abonado.
Ese año de 1955, la novena comenzó el sábado 30 de abril, terminando el domingo 8 de mayo.
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Archivo de la Hermandad del Smo. Cristo de la Vera-Cruz |
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Archivo de la Hermandad del Smo. Cristo de la Vera-Cruz |
La novena se compone de nueve días seguidos de oraciones. Antiguamente, empezaba la segunda semana de abril, pero a finales del primer tercio del s. XX se desplazó al último sábado de abril terminando el primer domingo de mayo. Las novenas era actos muy solemnes y concurridos. Al terminar la misa se realizaba una procesión claustral del Cristo de la Veracruz por el interior de la iglesia. Como su propio nombre indica, una procesión claustral es una manifestación religiosa que se lleva a cabo en el interior de un templo o claustro.
Era tradición por esas fechas, traer a padres predicadores franciscanos, dominicos, jesuitas...de brillante oratoria, para las novenas. El orador, hacía una reflexión muy detallada del Evangelio del día exaltando sobre todo la Santa Cruz. Duraban aproximadamente dos horas y, se paralizaba toda actividad en el pueblo. Empezaba con volteo general de campanas y gran tirada de cohetes. Una vez finalizada, empezaba la subasta que duraba más o menos una hora.
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El archiconocido y popular subastador, Juan Benítez Chacón, más conocido como "Artocha" en pleno apogeo de la subasta. Archivo de la Hermandad del Smo. Cristo de la Vera-Cruz. Año 1950. [3] |
"Es tradición en esta Villa, conservada en antiguo Romance, que en el sitio que se emplaza hoy la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Remedios y ante fue Convento de Padres Terceros de San Francisco, se alzaba una Capilla titulada Ermita de Vera-Cruz, habiendo necesidad para fabricarla de cortar árboles y breñas que embarazaban el terreno y en la que se veneraba la Imagen del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz.
Canta el Romance que, en los primeros años de la fundación de esta Villa y cuando su población era como de treinta vecinos, fue hallada la Efigie que hoy se venera del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, en un bosque que confinaba con el pequeño pueblo y que hubo que talarse, como antes se dice, para construir la Capilla, así como también un camino que facilitase el acceso desde el poblado. Esta aparición inspiró gran devoción al pueblo y sus vecinos a todas horas querían rezar el Santo Rosario y suplicar del Señor sus Divinos Auxilios y, en una ocasión, al pronunciar los devotas las palabras de <<échanos tu bendición>>, desclavando el Señor su mano derecha, correspondió a la súplica, despidiendo el duro clavo en dirección a los pies de unos muchachos que se hallaban arrodillados ante la Santa Imagen.
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Archivo: José Antonio Cano Mateo |
En 1710 vinieron a esta Villa Religiosos Franciscanos, procedentes del Convento de Caños Santos, siendo recibidos con mucha alegría por estos vecinos, que trataron de colocarlos en un Convento que se erigiría, como se erigió, en el sitio donde se encontraba la Ermita del Santísimo Cristo.
En 1712, reciente la toma de Gibraltar en escaramuzas que terminaron con el Tratado de Utrecht, al año siguiente, fondearon en esta Bahía buques de guerra ingleses que durante tres días estuvieron disparando contra el poblado y en los cuales el vecindario se refugió en la Ermita de Vera-Cruz, implorando fervorosamente del Señor les librase del fuego de que eran víctimas y entrando una bala destrozó el cuerpo de la Imagen sin que causara daño alguno a los devotos. Para continuar dándole veneración le fue labrado un sepulcro, donde se colocó y desde entonces luce ante la Sagrada Imagen, por día y noche, una lámpara de plata que donó el devoto Antonio del Cid.
En 1771 y con ocasión de no llover en todo un año, fue sacado en Procesión en dirección al Calvario, implorando el pueblo del Señor el Santo Rocío y al subir la cuesta que conduce a la Ermita, estando el tiempo sereno y el cielo despejado, se vio bajar una nube de los montes inmediatos y fue tal la cantidad de agua que derramó, que interceptó el camino de tal manera, que era imposible dar un paso. Ante tan patente milagro y con la alegría de ver los campos remediados, hubiéronle de tributar fiestas y novenas y a predicar en ellas vino el que hoy reciba culto en los altares era, Fray Diego José de Cádiz.
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Archivo: Juan Andrés Gaitán |
En 1791, construido el Convento por prestación personal hasta de mujeres y niños, cuya primera piedra colocó el Beato Fray Diego en 1772, durante los diez y nueve años que se invirtieron en su edificación que terminó en 12 de junio de dicho año, estuvo el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, se le trasladó con gran devoción al Altar en que se venera, haciéndole la función de novena con sermones después de la Semana Santa en que se cumple el día de su aparición, siendo grande el concurso de labradores que acudían a obsequiar al Señor, en agradecimiento de sus repetidos milagros, y durante su procesión alrededor de la Iglesia, cantaban himnos de alabanzas o imploraban su gracia cuando faltaba el Santo Rocío, sin que se recuerde que una sola vez fuesen desoídos del Señor.
Habiéndose conservado hasta nuestros días la devoción al Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y con objeto de perpetuarla y acrecentarla, ordenando su culto, se aprobó en junta de devotos el siguiente Reglamento de Cofradía, en el que se ha procurado conservar la tradición y costumbres legadas por nuestros antecesores en esta santa devoción [...] A la mayor honra y gloria de Dios se establece en esta Cofradía celebre anualmente los siguientes Cultos:
1º.- Una novena que comenzará el último Sábado del mes de Abril de cada año. [...] Para ser admitido en la Hermandad, hay que ser Católico Apostólico Romano, de buena vida y costumbres, devoto del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y tener más de diez años de edad. [...] Se celebrarán durante el año dos Cabildos generales ordinarios: uno en la primera decena de Abril y otro en la última del mes de Mayo.
En el primero se resolverá la forma en que han de celebrarse los Cultos de la Novena y Función,[...] Cualidades que han de tener los individuos elegibles para las Juntas Directivas o de Gobierno de las Cofradías o Hermandades. 5º. No estar afiliado a ninguna secta ni sociedad reprobada por la Iglesia, como la Masonería, Rotarismo, Espiritismo, u otras[...]" [4]
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Miguel García Delgado más conocido como el Cojo Gallardo, el primer subastador conocido de la Novena del Sto. Cristo. Miguel casó con Gertrudis "la de las tortas" en segundas nupcias Archivo de la Hermandad del Smo. Cristo de la Veracruz. Año 1939. [3] |
La siguiente fotografía de 1938 era el altar provisional con dosel que se instalaba para las novenas del Sto. Cristo de la Veracruz.
Ese altar que hemos visto en numerosas fotografías de antes de la Guerra Civil, - publicadas anteriormente- en el que colocaban al antiguo Cristo de la Veracruz, en esta fotografía en concreto, sólo está la Santa Cruz sin la imagen por motivos obvios, ya que como todos sabemos, fue destruida dos años antes durante la violencia anticlerical.
Si observamos a la izquierda de la fotografía, detrás del dosel, se aprecia el altar mayor con la imagen de la Virgen de los Remedios parcialmente cortada, en una bonita hornacina decorada. Esta imagen nunca estuvo en nuestra iglesia antes de la Guerra Civil. Cuentan, que tras la destrucción de la parroquia el 1 de mayo de 1936, debieron prestársela y posteriormente, pasado el tiempo, la devolverían a su iglesia original. Nunca se supo más de ella.
Me contaron que, tras la Guerra Civil, ese altar se montaba con una cama antigua bellamente decorada con dosel, de la madre de Cándido Ortiz, abogado, juez municipal, alcalde y hermano mayor de la Hdad. del Cristo de la Veracruz. Si observamos los varales en esa fotografía, pudo ser perfectamente esa, pero ya sabemos que, aunque respetando profundamente los testimonios orales, siempre hay que ponerlos en cuarentena.
El pie de la fotografía reza la siguiente leyenda: “Solemne novena que se celebra en esta Santa Iglesia Parroquial de Estepona, al Santísimo Cristo de la Veracruz de eterna memoria y cuya oración sagrada está a cargo del eminente Teólogo Reverendo Padre Bernabé Copado. En recuerdo de este grandioso acto, verificado en Estepona (Málaga) 1 de Mayo de 1938. II Año Triunfal”.
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Fotógrafo: Miguel Ramírez Huéscar |
Bernabé Copado Agenjo, S.J y el apoyo de la Iglesia a la rebelión militar durante la Guerra Civil.
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El motivo de hallarse el predicador, Bernabé Copado Agenjo en esta fotografía históricas de la "rifa" de la Novena del Smo. Cristo de la Veracruz es, porque siendo un gran orador, fue invitado por el entonces sacerdote de Estepona, don Fernando Segovia para que predicara en la novena de ese año de 1937. Autor: Juan Gaitán. Archivo: Juan Andrés Gaitán |
Bernabé Copado Agenjo (Villanueva de Córdoba 26/6/1893-Málaga,16/8/1975). Historiador y escritor jesuita, autor de varias crónicas sobre su Orden en Andalucía así como de la Guerra Civil. Escribió el libro, Con la Columna Redondo. Combates y conquistas. Crónicas de guerra, publicado en 1937 y que recoge un laudatorio partidista de las acciones que realizó un grupo de requetés de diferentes unidades de las provincias occidentales de Andalucía, principalmente de Sevilla, a los que acompañó como capellán militar durante la Guerra Civil- más de una veintena de jesuitas fueron capellanes castrenses durante la Guerra Civil- [5]. Esta columna adoptó el nombre de su líder, Luis Redondo García, un comandante de caballería carlista que había abandonado el ejército acogiéndose a la Ley Azaña.
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Bernabé Copado sentado entre los asistentes a la subasta de la Novena del Smo. Cristo de la Veracruz de 1937. Al fondo, una ventana de la fachada oriental de la farmacia Aragón. Autor: Juan Gaitán. Archivo: Juan Ordoñez. |
Durante la Guerra Civil, la Iglesia apoyó incondicionalmente la sublevación "mientras en la zona republicana más de 6000 miembros del clero católico fueron asesinados, los templos cerrados y el culto católico perseguido, en la zona sublevada la Iglesia católica española apoyó con entusiasmo la «causa nacional», calificando la guerra como una «cruzada» o «guerra santa» en defensa de la religión" [6], siendo posteriormente, uno de los tres pilares en los que se sustentó la dictadura franquista.
El jesuita Bernabé Copado, capellán militar de la columna Redondo; Juan Galán Bermejo, "el cura de Zafra", sacerdote de la 11ª Bandera del 2º Regimiento de la Legión; el Padre Vicente, capellán castrense de la Legión; el jesuita José Caballero, capellán legionario; el coadjutor de la parroquia de la Concepción de Huelva, Luis Calderón Tejero; el párroco de Rociana de la misma provincia, Eduardo Martínez Laorden; el párroco de Encinasola, Eugenio López Martín; un ex capellán de la cárcel de Huelva, Pablo Rodríguez González, [7] así como otros sacerdotes - destacando sobre todos, numerosos clérigos navarros -, fueron colaboradores entusiastas de dicha «guerra santa», ofreciéndose algunos como voluntarios para combatir en distintas columnas de requetés.
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Cartel de la Columna Redondo, con el listado de los pueblos conquistados de las provincias de: Córdoba, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla. Al pie se puede leer, “ CON LA COLUMNA REDONDO, por el P. Bernabé Copado, S. J. |
Bernabé Copado, S.J. (Societatis Iesu), relataba en su libro, Con la Columna Redondo... "Sin embargo, es consolador cómo mueren muchos, mejor dicho: la totalidad. Todos se confiesan y algunas de las muertes han sido edificantes y sobremanera consoladoras".
Julio Caro Baroja hizo el siguiente juicio sobre el papel de la Iglesia en la zona nacional en su obra pionera sobre el anticlericalismo en España publicada en 1980:
"Lo malo..., lo malo es que en la España "nacional" la Iglesia colaboró demasiado en la tarea justiciera que se habían impuesto los militares. Sí: había demasiados clérigos y frailes en la cárceles y en las capillas procurando que los condenados a muerte abjuraran de sus errores, predicando con violencia a los vencidos, cantando glorias, acusando y despreciando. La Iglesia no puso freno a sus hijos hispanos inflamados de odio sacro. Sí: hemos visto demasiados curitas y frailes con la boina roja y las dos estrellas de teniente marchando con el jacarandoso contoneo del vencedor "
Carta colectiva del Episcopado Español, un documento sobre la guerra civil de 1936, redactada por Isidro Gomá, cardenal primado de España, a instancias del general Franco y dirigida al episcopado de todo el mundo
Fue firmada el 1 de julio de 1937 y publicada el 10 de agosto siguiente por todos los obispos españoles, excepto el cardenal de Tarragona, Francesc Vidal i Barraquer y Mateo Múgica, obispo de Vitoria, así como también de Joan Torres, obispo de Menorca.[8] Aunque en principio la carta era para enviarla exclusivamente al episcopado de todo el mundo, su finalidad fue dar a conocer la postura adoptada por la iglesia católica ante la guerra civil, haciendo propaganda dirigida a la opinión internacional y convirtiéndose en una llamada patriótica y militar contra el comunismo. Defendía que "la guerra es a veces el remedio heroico" y significó el nacimiento del nacional-catolicismo imperante en España hasta la Transición. Es considerada por muchos investigadores como el documento que mejor expresa el apoyo de la jerarquía eclesiástica española a la rebelión militar. [9]
El siguiente texto entrecomillado es un extracto de dicha carta que se compone en su totalidad de 21 páginas:
“[...]Casi todos los obispos que suscribimos esta carta hemos procurado dar a su tiempo la nota justa del sentido de la guerra.
[...]Con nuestros votos de paz juntamos nuestro perdón generoso para nuestros perseguidores y nuestros sentimientos de caridad para todos. Y decimos sobre los campos de batalla a nuestros hijos de uno y otro bando las palabras del Apóstol: El Señor sabe cuánto os amamos a todos en las entrañas de Jesucristo.
[...] Enjuiciando globalmente los excesos de la revolución comunista española, afirmamos que en la historia de los pueblos occidentales no se conoce un fenómeno igual de vesania colectiva ni un cúmulo semejante producido en pocas semanas de atentados cometidos contra los derechos fundamentales de Dios, de la sociedad y de la persona humana,
[...] Prueba elocuentísima de que la destrucción de los templos y la matanza de los sacerdotes en forma totalitaria fue cosa premeditada, es su número espantoso. Los sacerdotes asesinados sumarán unos 6.000. Se les cazó como perros, se les persiguió a través de los montes, fueron buscados con afán en todo escondrijo. Se les mató sin juicio las más de las veces, sin más razón que su oficio social.
[...] La revolución fue crudelísima: Las formas de asesinato revistieron caracteres de barbarie horrenda.
[...] La revolución fue inhumana: No se ha respetado el pudor de la mujer, ni aun la consagrada a Dios por sus votos. Se han profanado las tumbas y los cementerios.
[...] La revolución fue bárbara, en cuanto destruyó la obra de civilización de siglos. Destruyó millares de obras de arte, muchas de ellas de fama universal. Saqueó o incendió los archivos, imposibilitando la rebusca histórica y la prueba instrumental de los hechos de orden jurídico y social.
[...] La revolución fue esencialmente antiespañola: La obra destructora se realizó a los gritos de “¡Viva Rusia!”: a la sombra de la bandera internacional comunista. Las inscripciones murales, la apología de personajes forasteros, los mandos militares en manos de jefes rusos, el expolio de la nación a favor de extranjeros, el himno internacional comunista, son prueba sobrada del odio al espíritu nacional y al sentido de la patria.
[...]Pero sobre todo la revolución fue anticristiana: No creemos que en la historia del cristianismo, y en el espacio de unas semanas, se haya dado explosión semejante, en todas las formas de pensamiento, de voluntad y de pasión, del odio contra Jesucristo y su religión sagrada. Tal ha sido el sacrílego estrago que ha sufrido la Iglesia en España, que el delegado de los rojos españoles enviado al Congreso de los Sin-Dios, en Moscú, pudo decir: «España ha superado en mucho la obra de los soviest, por cuanto la Iglesia en España ha sido completamente aniquilada»
[...] Contamos los mártires por millares. Su testimonio es una esperanza para nuestra pobre patria, pero casi no hallaríamos en el martirologio romano una forma de martirio no usada por el comunismo, sin exceptuar la crucifixión, y en cambio hay formas nuevas de tormento que han consentido las sustancias y las máquinas modernas. El odio a Jesucristo y a la Virgen ha llegado al paroxismo en los centenares de crucifijos acuchillados, en las imágenes de la Virgen bestialmente profanadas, en la reiterada profanación de las sagradas formas: podemos adivinar el amo del infierno encarnado en nuestros infelices comunistas.
[...] Agradecemos a la prensa católica extranjera el haber hecho suya la verdad de nuestras declaraciones, como lamentamos que algunos periódicos y revistas, que debieron ser ejemplos de respeto y acatamiento a la voz de los prelados de la Iglesia, las hayan combatido o tergiversado.
[...] Cerramos, venerables hermanos, esta ya larga carta rogándoos nos ayudéis a lamentar la gran catástrofe nacional de España, en que se han perdido, con la justicia y la paz, fundamento del bien común y de aquella vida virtuosa de la ciudad que nos habla el Angélico, tantos valores de civilización y de vida cristiana “. “El olvido de la verdad y de la virtud en el orden político, económico y social nos ha acarreado esta desgracia colectiva. A vuestra piedad añadid la caridad de vuestras oraciones y las de vuestros fieles para que aprendamos la lección del castigo con que Dios nos ha probado, para que se reconstruya pronto nuestra Patria y pueda llenar sus destinos futuros, de los que son presagio los que ha cumplido en siglos anteriores; para que se contenga, con el esfuerzo y las oraciones de todos, esta inundación del comunismo que tiende a anular al Espíritu de Dios y al espíritu del hombre, únicos polos que han sostenido las civilizaciones que fueron.
[...] Nosotros, obispos católicos, no podíamos inhibimos sin dejar abandonados los intereses de Nuestro Señor Jesucristo y sin incurrir en el tremendo apelativo de ‘canes muti’, con el que el Profeta censura a quienes, debiendo hablar, callan ante la injusticia.
[...] Hoy por hoy, no hay en España más esperanza para reconquistar la justicia y la paz y los bienes que de ellas se derivan, que el triunfo del movimiento nacional […]".
En la carta, Gomá se cuidó mucho que no aparecieran las palabras, «cruzada» ni «guerra santa», términos acuñados por la propia Iglesia Católica Española, con la esperanza que el Papa Pio XI se la aprobara. Franco la tradujo a varios idiomas: inglés, francés, flamenco, italiano, alemán, polaco, ruso, checo, esloveno, rumano, portugués, anamita, latín...
El monje benedictino escritor e historiador, Hilari Raguet, encontró en el archivo Secreto Vaticano, una carta que nunca se envió -se desconoce el motivo aunque existen varias hipótesis- del Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Eugenio Pacelli (futuro Pio XII) en nombre de Pio XI dirigida al cardenal Gomá, sugiriéndole que no publique el documento porque para ello “sería deseable la unanimidad del episcopado, y faltan Vidal i Barraquer y Múgica".
Esa carta de Pío XI nunca se envió, quedó archivada en la Secretaría de Estado del Vaticano con una añadidura a lápiz, dentro de un círculo, con la palabra “suspendido”, demostrando que ese documento colectivo desagradaba enormemente al Vaticano y, que las relaciones del Gobierno Franquista y la Santa Sede no eran tan idílicas como nos hicieron ver. [10]
Carta que Pacelli dirigió a Gomá y que nunca se envió, traducida del italiano al español por El País:
"Del Vaticano, 31 de Julio de 1937
N. 2673/37
Emo. y Rdmo. Señor Mío Respetabilísimo,
Me ha llegado regularmente la venerada carta del 5 del corriente mes N.101, con la que Su Eminencia Revma., como continuación de Sus venerados escritos NN.88 y 92, respectivamente del 8 y el 2 de Junio pasados, amablemente me remitía un ejemplar de las pruebas de imprenta de la Carta Colectiva de ese Excmo. Episcopado a los Obispos de todo el mundo sobre la cuestión española.
Con el más vivo interés he visto la citada Carta Colectiva apreciando los nobles sentimientos que la han inspirado. Sin embargo, tratándose de una cosa muy delicada que se refiere a todos los Excmos. Obispos de España, esta Secretaría de Estado sería del parecer de que para la publicación de un documento de tanta importancia, como es la mencionada carta, sería deseable la unanimidad de ese Excmo. Episcopado.
Ya que el Excmo. Señor Vidal i Barraquer, como Usted hace notar en su citada carta N. 88, no estima conveniente la publicación de dicho documento, y por otra parte S. E. Mons. Múgica y tal vez otros Obispos españoles no piensan firmarlo, la misma Secretaría remite a la conocida prudencia de Su Eminencia que vea si no sería del caso suspender por ahora su publicación.
Aprovecho gustosamente la ocasión para expresarle los sentimientos de la más profunda veneración con la que besándole humildísimamente las manos me profeso.
De Su Eminencia Reverendísima.
Humildísimo Devotísimo Servidor verdadero.
A Su Eminencia Reverendísima
Cardenal Gomá y Tomás
Arzobispo de Toledo
PAMPLONA" [10]
La respuesta del episcopado mundial a la Carta Colectiva fue de conmoción ante la descripción de la persecución religiosa. La oficina de propaganda religiosa de Burgos, realizó una compilación con las respuestas positivas de los episcopados para publicar un libro y necesitaba un prólogo del Santo Padre. Ante esto, el Papa tenía que hacer algún movimiento y aunque no accedió a realizar el prólogo solicitado, Pacelli envió una carta a Gomá elogiando el documento español, pero al mismo tiempo les hacía ver muy diplomáticamente las brutalidades que se cometieron por ambos bandos : “por los nobles sentimientos en que está inspirado, así como el alto sentido de justicia de esos Excmos. Obispos en condenar absolutamente el mal, de cualquier parte que éste venga”.
Finalmente, el libro se publicó usando la carta de Pacelli como prólogo, pero suprimió la frase siguiente: "de cualquier parte que éste venga”. La Santa Sede muy enfadada, respondió contundentemente que su carta fue mutilada, que no se había publicado íntegra y la dio a conocer al mundo tal como se redactó. Como respuesta, el embajador español en el Vaticano, presentó una serie de quejas entre las que se encontraba la "carta-prólogo" y en vez de pedir disculpas por haber manipulado un documento del Vaticano, protestó airadamente porque la carta no decía lo que a ellos les hubiera gustado que hubiera dicho. [10].
Archivos fotográficos
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· Juan Ordoñez
Referencias
[1] Antonio Barrientos Márquez
[2] Teresa Janeiro
[3] Paqui Márquez Fernández
[4] Novena y Reglamento de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, año 1939.
[5] Archivo Teológico Granadino
[6] Iglesia católica y guerra civil española. Wikipedia
[7] Web de Ángel Viñas
[8] Asamblea Digital
[9] Religión Digital
[10] El País
Bibliografía
ESPINOSA MAESTRE, Francisco y GARCÍA MÁRQUEZ, José María: Por la religión y la patria: la iglesia y el golpe militar de 1936.
ALFONSO SÁNCHEZ, José Manuel: La Carta colectiva del Episcopado Español (1 de julio de 1937.
COPADO AGENJO, Bernabé: Con la Columna Redondo. Combates y conquistas. Crónicas de guerra
CASANOVA, Julián; SOLE I SABATÉ, Josep María; VILLAROYA, Joan; MORENO, Francisco:
Víctimas de la Guerra Civil.
GARCÍA MÁRQUEZ, José María: Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1936-1963)
RAGUER, Hilari. La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil española (1936-1939).
Magnífico trabajo. Admiro a las personas que trabajan tan bien. Enhorabuena, Juan.
ResponderEliminarOpino igual JuanMa. Excelentes sus trabajos y ¡todo un caballero!
EliminarGracias por tu reconocimiento, Juanma.
EliminarMuchas gracias, amigo Paco.
EliminarExcelente trabajo
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarExcelente juan
ResponderEliminarMuchas gracias.
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